Casi todo el mundo está de acuerdo en que los hechos que nos
suceden en la infancia los recordamos con mucha más precisión que los que nos ocurren de adultos, sobre todo,
si estos han ejercido un
fuerte impacto. En la niñez tendemos a
magnificar las cosas y la fuerza
emocional de los acontecimientos pueden dejarnos fuertemente impresionados durante tiempo, Incluso
marcados. En los próximos párrafos me voy a referir a un
hecho que tiene bastante que ver con lo
expuesto anteriormente . Fue un día de principio de verano, allá
por la década de los 60 en el
cortijo de "tita Pastora" , tendría yo unos ocho o nueve años. Tengo que
aclarar que títa Pastora no tenía ningún parentesco
con
nosotros, pero mis hermanos y yo
la llamábamos tita, porque su integración
en mi familia era de tal grado que siempre la consideramos
una segunda madre. Su figura fue clave
en una época de nuestras vidas. Nunca una persona demostró tanto cariño, ni tanta entrega
hacia unos niños que no le tocaban nada, quizá esta gran mujer vio en aquellos revoltosos chiquillos los hijos que la naturaleza le había negado.De la forma que fuere,
aquello fue y es impagable y por lo tanto digno de que
le dedique un
articulo integro, hoy solo hago una pequeña mención por su relación con el
relato de que me ocupa.
Por los años 60 nosotros vivíamos en torrenueva , en la Torre, como todo el mundo conoce a este pequeño pueblo . Por entonces todavía la vida era bastante dura en España, había muchas desigualdades y muchísimas carencias.
Una de esas carencias a las que tenían
que enfrentarse las familias humildes era la falta de vivienda. La mayoría de las
viviendas que componía la exigua trama
urbana del anejo motrileño pertenecían a gente
acomodada y de clase media granadina que las usaban
para veranear, permitiendo durante el resto de año que fueran habitadas por jornaleros y pescadores a cambio de su conservación
y mantenimiento. Por lo tanto, cada año cuando llegaba la temporada estival, había que dejar le la casa a su dueños , "habia que dejar la vivienda a los señoricos", decía la gente. Estas familias se tenía apañar durante el verano yéndose a vivir con familiares,
construyendo chozas en el campo o como
en nuestro caso nos subíamos a pasar el verano al pequeño cortijo de tita Pastora.
ESTAMPAS DE OTROS VERANOS (IV ) EL CONTRABANDISTA
La tarde agonizaba más allá de las plantaciones de caña de azúcar. Los últimos rayos de sol de
aquel caluroso día de San Juan se
perdían por entre los cañaverales que franqueaban las dos riveras de la rambla. Las
sombras avanzaban de prisa por en medio
del pequeño olivar que habia frente al cortijo . Los alcaudones buscaban un lujar entre las ramas del gran álamo
blanco para pasar la noche. Por el cauce seco y polvoriento de la rambla
bajaba una pareja de la guardia civil a caballo. Atado por las manos a un extremo de una larga cuerda amarrada a la silla del caballo del guardia que abría
la marcha caminada un hombre, Recuerdo su rostro cubierto con una mezcla de
sudor y sangre, el pelo muy desaliñado, sus ropas
sucias, casi harapientas. En el
crepúsculo muy avanzado, al
punto de hacerse ya de noche, la visión de aquellas tétricas figuras, tocadas con los acharolados tricornios y los
fusiles en bandolera, nos asuntaron,
miento, nos aterrorizaron a mis hermanos y a mí. Llamé a madre que se encontraba preparando la cena, al verla aparecer junto al terraplén no
juntamos todos como polluelos temerosos
en torno a ella. Una pareja de grajos hizo una pirueta siniestra
en su vuelo y fue a posarse al gran álamo blanco ahuyentando a los
bravíos alcaudones que emprendieron el vuelo
con su temerosa algarabía en busca de otro lugar más seguro para el acomodo nocturno.
Cuando la amenazadora comitiva
llego a la altura del cortijo, el hombre
lanzo un grito desesperado ¡¡agua por el amor de dios ¡!.... ¡ un poco de agua por caridad!, repitió con voz rota. Al oírlo, tita Pastora corrió hacia la
cocina descolgó él jarrillo de porcelana que
había en la espetera, a la vez
que sacó un búcaro de la
cantarera y se aproximo hasta la
comitiva. El guardia que cerraba la marcha se apeo de su montura y se dirijo a su
encuentro gritando : quédese ahí Señora, yo voy por el cántaro".... Llevamos todo el día detrás del pájaro este y se nos ha acabado la provisión de agua de las cantimploras.. dijo tratando de
justificarse, Seguidamente lleno el jarro y se
lo dio al compañero que permanecía
a la grupa de su cabalgadura, luego se llenó el jarrillo dos veces bebiendo ávido el primero y más
pausado la segunda ración ante la mirada de desesperación del preso. Una vez que
había satisfecho sobradamente su
sed llenó el jarrillo por la mitad y se lo ofreció con desden al pobre hombre que más que beberlo lo engulló de un solo trago. Tía Pastora, al
contemplar aquella humillante e inhumana escena con cierto temor dijo: .... pero hombre de dios, dele más, que el agua no se le
niega a nadie... El guardia civil en un tono
molesto le replico: ..señora, usted sabe el día que nos ha dado el sujeto
este, llevamos desde el amanecer buscándole por
todas las lomas estas, con que llegue vivo al cuartelillo puede darse
por satisfecho, o tal vez o no, porque si supiera lo que le espera cuando el sargento Cabrera lo tenga alcance de su manos y de su bigote ... Al pájaro este se le van a quitar para
siempre las ganas de fumar y se va acordar toda su vida del padre y la
madre de todos los tabaqueros de Cuba y de Filipinas, es más, yo le aseguro
que va aborrecer el tabaco, menudo puro canario les va a caer a él y a sus compañeros de fechorías. Tía Pastora
ante aquella amenazante perorata del
altivo guardia civil dirigida
hacer mella en la moral del pobre contrabandista opto por ser prudente a la vez que siguió perseverando en su intento de socorrer aquel pobre hombre : ... bueno señor guardia ya pagará su delito, ¡ pero por lo que paso Jesucristo en la Cruz ! , dele usted otro jarrillo y con lo que
sobra en el cántaro
que se lave el pobre la cara. La respuesta malhumorada del guardia no
se hizo esperar : “señora,
con los delincuentes no se pueden tener
tantas formalidades, pero como veo
que es usted una persona de orden
y demasiado piadosa,
está bien, el jarrillo de agua se
lo voy a dar, pero lo de lavarse la
cara ni hablar, porque para eso habría que desatarlo y eso va contra el reglamento.
El hombre bebió aquel agua como si fuera
el ultimo jarro de su vida, lanzo una
mirada de agradecimiento hacia tita Pastora,
después nos miro a nosotros y bajo sus ojos hacia el suelo, en su mirada había una mezcla de temor y vergüenza . El guardia
que abría la marcha y que había permanecido callado todo
el rato rompió su silencio para
decir: ... vamos rápido que se hace de noche. En realidad era ya noche cerrada, las sombras
de los cañaverales cegaba cualquier atisbo de luz en el cauce
polvoriento de la rambla
convirtiéndolo en un negro túnel
que se trago en un momento
a la siniestra comitiva.
Mis hermanos y yo fuertemente impresionados por las escena que acabábamos de presenciar, mejor dicho “con el miedo en el cuerpo", no nos separábamos de mi madre. Andábamos de un lado para otro detrás de su protectora figura mientras terminaba de terminar la humilde cena y ponía los platos en la mesa. Al poco rato llego mi padre que había estado arando todo el día con la yunta en el secano de la Cañada Esparragona. Su llegada fue anunciada como todos los días por la perrilla Nieves que salía siempre corriendo como una bala para labrarles a los mulos. Aquel día salimos todos corriendo detrás de ella dándole un ruidoso e inesperado recibimiento a nuestro padre.
¡Pero bueno, que pasa aquí hoy, que mosca os ha picado, a qué viene tanto jaleo!.
... Papá, papá… ha pasado la guardia civil con un hombre atado así de las manos al
caballo, coreamos todos a la vez....
¡Pobre hombre,
es solo un contrabandista de tabaco,
afirmo con aire de saber más y de estar más informado que nosotros
¿Dónde te has
enterado José? Le interpelo mi
madre, que nos había seguido hasta la
cuadra donde en ese momento padre desaparejaba a los mulos.
_ Me lo ha
contado el casero del cortijo de la Esparragona, cuándo al mediodia llevé
los mulos a darles agua al pilar
de la mina.
...Según el casero, esta madrugada han desembarcado un alijo
de tabaco rubio en un maizal
cercano al Cortijo Vellido, en
los alrededores del Peñón de Jolucar . Los
contrabandistas fueron sorprendidos por
una pareja del puesto
de Torrevueva cuando
cargaban los fardos de tabaco en una camioneta, estos al verse descubiertos salieron
huyendo, dos de ellos fueron localizados
y detenidos en un cortijo abandonado del
Maraute, este parece ser que es el que le
ha dado mas trabajo , ha tenido a las fuerzas en jaque todo el día , parece que lo han cogido en el Cerro del Esparto
en las Alcubillas
Aquella noche mis hermanos y yo no pudimos conciliar el sueño hasta muy tarde, la impresión de aquella tarde había sido muy fuerte , multitud de preguntas hervían en aquella olla en la que se había convertido nuestra mente infantil, preguntas a las que yo intente buscar respuesta inútilmente, hasta que caí rendido por el sueño ya avanzaba la madrugada.
De todo lo sucedido esa tarde noche hay una cosa que me dio que pensar, quizá tanto o más que la espeluznante escena que habíamos presenciado, la recuerdo muy vagamente. La escuche en la conversación que mis padres mantenían en la velada.
Mis padres y tita pastora se quedaban un rato en el chambao de cañas que había a la puerta del cortijo. A la luz de un quinqué de petróleo tomaban el fresco y charlaban tranquilamente sin el agobio que suponíamos los crios . Esa noche en mi duermevela le oír decir a mi madre ... pobre hombre, lo que estará pasado.... Cuando yo vivía el la calle El Infierno (asi era como se llamaba popularmente la conocida hoy como calle Parroco Martin Sierra proxima al cuartel viejo)... algunas noches estando ya acostada me despertaban los alaridos de los presos... se me ponia el bello de punta al oírlos lamentos,.... dicen las malas lenguas que cuando llegan los detenidos, un cabo les pregunta,... que quieres Belmonte o Gallito (estos eran dos toreros muy afamados que tenían divididos a la afición taurina de la época )... en el caso del cuartel, esto se refería, siempre según las malas lenguas a las que se referia mi madre... a dos buenos galludos de almendro, con el que se emparejaba bien emparejados a los reos. Asi que escogieras, al que escogieras, de la Jamanza de palos, no te libraba ni Dios. ....Esto era según mi madre lo que decian las malas lenguas, porque oir los lamentos si los había oído ella, pero lo de los galluos, era cosa que las mujeres comentaban en el lavadero de la Rambla Capuchinos .
A la mañana siguiente y durante bastantes días cuando nos desplazábamos por el polvoriento cauce de la rambla para ir a la playa en cada recodo por entre los cañaverales me parecía ver el rostro del contrabandista, fue un recuerdo que me persiguió durante varios años y que supere el día en que mi padre me explico lo que era ser contrabandista,: que según él, no era otra cosas que un evasor de impuetos, es decir: lo mismo que hoy hacen mucha gente y no les pasa nada.
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