Francisco Lorenzo

Francisco Lorenzo

domingo, 5 de agosto de 2012


 Casi todo el  mundo está de acuerdo en  que  los hechos que nos suceden en la infancia los recordamos con mucha más precisión que los que nos ocurren  de adultos,  sobre todo,  si  estos  han  ejercido un  fuerte impacto. En   la niñez   tendemos a  magnificar las cosas  y la fuerza emocional de los acontecimientos pueden dejarnos  fuertemente impresionados durante tiempo, Incluso marcados.  En los  próximos párrafos me voy a referir a un hecho  que tiene  bastante que ver  con lo expuesto anteriormente .  Fue un día de   principio de verano,  allá  por la década de los  60 en el cortijo de "tita Pastora" , tendría yo unos ocho o nueve  años.  Tengo que aclarar que títa Pastora no tenía  ningún parentesco  con  nosotros,  pero mis hermanos y yo la llamábamos tita porque su   integración en mi  familia   era de tal grado que siempre la consideramos una segunda madre. Su figura  fue clave en una época de nuestras vidas. Nunca una persona  demostró tanto cariño, ni  tanta entrega  hacia unos niños que no le tocaban nada,  quizá esta gran mujer vio en aquellos revoltosos chiquillos los hijos que la naturaleza le había negado.De la forma que fuere,    aquello  fue y es  impagable  y por lo  tanto  digno de que le  dedique   un articulo integro, hoy solo hago una pequeña mención por su relación con el relato  de que me ocupa.  

Por  los años 60 nosotros vivíamos  en torrenueva , en la Torrecomo todo  el mundo  conoce a este  pequeño pueblo . Por entonces todavía la vida era  bastante dura en España, había  muchas  desigualdades y muchísimas carencias. Una de esas carencias  a las que tenían que enfrentarse las familias humildes  era la falta de vivienda. La mayoría de las viviendas que componía  la exigua trama urbana del anejo motrileño  pertenecían  a  gente  acomodada y de clase  media  granadina  que  las usaban  para veranear,  permitiendo  durante el  resto de año que fueran habitadas  por  jornaleros y pescadores a cambio de su conservación y mantenimiento. Por lo tanto, cada año cuando llegaba la temporada  estival,  había que dejar le  la casa  a su dueños , "habia  que dejar la vivienda a los señoricos", decía la gente.  Estas   familias se tenía  apañar durante el verano yéndose a vivir con familiares, construyendo chozas  en el campo  o  como  en nuestro caso   nos subíamos  a pasar el verano al pequeño  cortijo de tita Pastora

 ESTAMPAS DE OTROS VERANOS  (IV ) EL CONTRABANDISTA

La tarde  agonizaba más allá de las plantaciones de  caña de azúcar. Los últimos rayos de sol   de aquel caluroso día  de San Juan se perdían  por entre  los cañaverales que franqueaban las dos  riveras de la rambla. Las sombras avanzaban de prisa  por en medio del  pequeño olivar  que  habia frente al cortijo .  Los  alcaudones  buscaban un lujar entre las ramas del gran álamo blanco para  pasar la noche. Por el cauce seco y polvoriento de  la rambla bajaba  una pareja  de la guardia civil a caballo.   Atado  por  las manos  a un   extremo de  una  larga  cuerda   amarrada  a la silla del caballo del guardia  que  abría  la marcha  caminada  un  hombre,  Recuerdo su rostro cubierto con una mezcla de sudor y sangre, el pelo muy desaliñado, sus  ropas  sucias, casi  harapientas. En el  crepúsculo   muy avanzado, al punto de hacerse ya de noche, la visión   de aquellas   tétricas figuras,  tocadas con los acharolados tricornios y  los  fusiles en bandolera, nos asuntaron,  miento, nos aterrorizaron  a mis hermanos y a mí.  Llamé a madre que se encontraba  preparando la cena, al verla aparecer  junto al terraplén   no juntamos todos como polluelos temerosos  en torno  a ella. Una pareja de grajos  hizo una pirueta  siniestra   en su vuelo y fue a posarse al gran álamo blanco ahuyentando   a los bravíos alcaudones que emprendieron el vuelo  con su temerosa  algarabía  en busca de otro lugar  más seguro para el acomodo nocturno.

Cuando la  amenazadora comitiva llego a la altura del cortijo,  el hombre lanzo un grito desesperado   ¡¡agua por el amor de dios ¡!....  ¡ un poco de agua por caridad!,  repitió con voz  rota. Al oírlo, tita Pastora  corrió hacia la cocina   descolgó él jarrillo de porcelana que había  en la espeteraa la vez que  sacó un búcaro de la cantarera   y se aproximo hasta la comitiva. El guardia que cerraba la marcha se apeo de su montura y se dirijo a su encuentro gritando quédese  ahí Señora, yo  voy  por  el cántaro"....  Llevamos todo el día detrás del  pájaro este y se nos ha acabado   la provisión de agua de las cantimploras.. dijo tratando de justificarse, Seguidamente lleno el jarro y se  lo dio al compañero que permanecía  a la grupa de su cabalgadura, luego se  llenó el jarrillo  dos veces bebiendo ávido el primero y más pausado la segunda ración ante la mirada de desesperación del preso. Una vez que había satisfecho  sobradamente su sed   llenó el jarrillo por la mitad y se  lo ofreció con desden al pobre hombre  que más que  beberlo lo engulló de un solo  trago. Tía Pastora, al contemplar aquella humillante e inhumana escena  con cierto temor dijo: .... pero  hombre de dios, dele más, que el agua no se le niega  a nadie... El guardia  civil   en un tono  molesto le replico: ..señora, usted sabe el día que nos ha dado el sujeto este, llevamos desde el amanecer buscándole  por  todas las lomas estas, con que llegue vivo al cuartelillo puede darse por satisfecho,  o tal vez o no,  porque  si supiera lo que le espera cuando el sargento  Cabrera lo tenga  alcance de su  manos y de su bigote ...  Al  pájaro este se le  van a quitar para siempre las ganas de fumar  y se va acordar toda su vida del padre y la madre de  todos los  tabaqueros de Cuba y de Filipinas, es más, yo le aseguro que va aborrecer el tabaco, menudo puro canario  les va a caer  a él y a sus compañeros de fechorías. Tía Pastora ante aquella  amenazante  perorata  del  altivo guardia civil  dirigida hacer mella en la moral del pobre contrabandista  opto por ser prudente  a la vez que siguió perseverando en su intento  de socorrer aquel pobre hombre  : ... bueno señor guardia ya pagará su delito,  ¡ pero por lo que paso Jesucristo en la Cruz ! , dele usted otro jarrillo  y  con  lo  que sobra  en  el cántaro  que se  lave  el pobre la cara. La respuesta  malhumorada del  guardia   no se  hizo esperar  :  “señora,  con los delincuentes no se pueden tener tantas formalidades, pero como veo  que  es usted una persona de orden y  demasiado  piadosa,  está bien,  el jarrillo de agua   se lo voy a dar,   pero lo de lavarse la cara ni hablar, porque para eso habría que desatarlo y eso va contra el reglamento.  El hombre bebió aquel agua como si fuera el ultimo jarro de su vida, lanzo una   mirada de agradecimiento hacia tita Pastoradespués nos miro  a nosotros  y bajo sus ojos hacia el  suelo, en su mirada había  una mezcla de temor y vergüenza . El guardia que  abría la marcha  y que había permanecido  callado todo  el rato  rompió su silencio para decir:  ... vamos rápido que se hace de noche.  En realidad era ya noche cerrada, las sombras de los cañaverales cegaba cualquier atisbo de luz en el  cauce  polvoriento de la rambla  convirtiéndolo en  un negro   túnel   que se trago  en un  momento   a la siniestra comitiva.

Mis hermanos y yo fuertemente  impresionados por las escena que acabábamos de presenciar,  mejor dicho  “con el miedo en el cuerpo", no nos separábamos  de mi madreAndábamos de un lado para otro  detrás de su protectora figura mientras terminaba  de terminar la humilde cena y ponía los platos en la mesa. Al poco  rato llego mi padre que había estado arando todo  el día  con la yunta  en el secano de  la Cañada Esparragona.    Su llegada fue  anunciada como todos los días  por  la perrilla Nieves  que   salía  siempre   corriendo como una bala para labrarles a los mulos. Aquel día salimos  todos corriendo   detrás de ella  dándole  un ruidoso e   inesperado recibimiento   a nuestro padre.

¡Pero bueno, que  pasa aquí  hoy,  que mosca os  ha picado,  a qué viene   tanto jaleo!.
...  Papá, papá… ha  pasado la guardia civil  con un hombre atado así de las manos al caballo, coreamos todos  a la vez....
 ¡Pobre  hombre, es solo un contrabandista de tabaco,  afirmo con aire de saber más y de estar más informado  que nosotros
 ¿Dónde te has enterado José?  Le interpelo mi madre,  que nos había seguido hasta la cuadra  donde  en ese momento padre desaparejaba a los mulos.
_ Me lo  ha contado  el casero del cortijo   de la Esparragona, cuándo al mediodia  llevé  los mulos  a darles agua al pilar de la mina.
...Según el casero, esta madrugada han desembarcado un alijo de tabaco rubio en un maizal  cercano  al Cortijo Vellido, en  los alrededores del Peñón de Jolucar . Los contrabandistas fueron sorprendidos  por una pareja   del puesto  de Torrevueva  cuando cargaban  los fardos de tabaco  en una camioneta,  estos al verse  descubiertos salieron huyendodos de ellos fueron localizados y detenidos en un cortijo  abandonado del Maraute, este parece ser que es el que le ha  dado mas trabajo , ha tenido a las fuerzas  en jaque todo el día ,  parece que lo han cogido en el Cerro del Esparto en las Alcubillas

Aquella noche  mis hermanos y yo no  pudimos conciliar  el sueño  hasta muy tarde,  la impresión de aquella tarde  había sido muy  fuerte ,  multitud de preguntas  hervían en  aquella olla en la que se había  convertido   nuestra mente infantil,  preguntas   a las que yo intente   buscar respuesta  inútilmente, hasta que caí rendido por el sueño   ya avanzaba la madrugada.

 De todo lo sucedido esa tarde noche hay  una cosa que  me dio que pensar, quizá tanto  o más que la espeluznante escena  que habíamos presenciado, la  recuerdo muy vagamente. La escuche en  la conversación que mis  padres mantenían en la velada.
Mis padres y tita pastora  se quedaban un rato  en el   chambao de cañas que había a la  puerta del cortijo. A  la luz de un quinqué de petróleo  tomaban el fresco  y  charlaban tranquilamente sin el agobio que   suponíamos los crios .   Esa noche en mi duermevela  le oír decir a mi madre ... pobre hombre,  lo que estará pasado....   Cuando yo vivía el la calle El Infierno (asi era como se llamaba popularmente la conocida hoy como calle Parroco Martin Sierra proxima  al cuartel viejo)...  algunas noches  estando ya acostada me despertaban los alaridos de los presos... se me ponia el bello  de punta al oírlos lamentos,....  dicen las malas lenguas que cuando llegan los detenidos, un  cabo les pregunta,... que quieres  Belmonte o Gallito  (estos eran dos toreros muy afamados que tenían divididos   a la afición taurina de la época )...  en el  caso del cuartelesto se refería, siempre según  las malas lenguas a las que se referia mi madre...   a dos  buenos galludos de almendro,  con el que  se emparejaba  bien emparejados  a los reos. Asi que escogieras, al que  escogieras,  de la  Jamanza  de palos, no te libraba  ni Dios. ....Esto era según mi madre lo que  decian   las malas lenguas, porque oir los lamentos  si los  había oído  ella, pero lo de los galluosera cosa que las mujeres comentaban en el lavadero de la Rambla Capuchinos .

 A la mañana siguiente y durante bastantes días cuando nos desplazábamos por el polvoriento cauce de la rambla para ir a la playa en cada recodo por entre los  cañaverales   me parecía   ver el  rostro del contrabandista,  fue un recuerdo que me persiguió durante  varios años y que supere el día en que mi padre me explico lo que era ser contrabandista,: que según él,  no era otra cosas que un evasor de impuetos, es decir: lo mismo que hoy hacen mucha gente y no les pasa nada.

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