Francisco Lorenzo

Francisco Lorenzo

domingo, 23 de enero de 2011

Reflexiones de un gélido fin de semana

Llevo tiempo reflexionando sobre si merece la pena o no seguir escribiendo entradas  de contenido  política,  pues si les soy sincero el tema cada vez me interesa  menos. Pero estos días después de leer un pequeño libro de uno de los redactores de la declaración  universal  de los derechos humanos, el francés  Stéphane Hessel, mis ideas están algo más claras. El libro se llama “Indignez vous”, en español “Indignaos! o Indignarse” . En su contenido se reivindica la validez para el presente de principios que animaron a la Resistencia Francesa. Su titulo es toda una declaración, un alegato contra el conformismo, una denuncia  de la situación política por la que pasa el mundo y del retroceso de la democracia en favor de lo que  los  inversores (mercados) imponen al conjunto de la población. Hessel, un venerable anciano de noventa y tres años, miembro de la Resistencia Francesa durante la Segunda Guerra Mundial, preso en el campo de exterminio de Buchenwald, todo un ejemplo de rebeldía frente al poder, es autor de esta frase Siempre me he situado al lado de los disidentes” que define  perfectamente cuál es mi actitud desde hace tiempo frente a los que dirigen hoy la política. Y es que no me resigno a que las cosas tengan que ser como nos las presentan los que hoy nos gobiernan, o  como quieren que sean los que pretenden gobernarnos.

Hace  ya bastante tiempo que uno anda en tierra de nadie en lo ideológico con respecto a lo que  es hoy esta izquierda descafeinada, vacía de valores y de compromiso con  los que menos tienen. Por lo tanto no me queda otro remedio que  usar mi libertad para seguir diciendo lo que pienso, le guste a quien le guste, y le desagrade  a quienes le desagrade. Yo llevo años en el  mismo sitio, son otros, los que  como los gatos se arriman al olor de la sardinas, ellos se arriman a  los partidos  a ver  lo que trincan. Porque lo del noble arte de la política es cosa del pasado. Hoy, las castas que controlan el poder   lo han convertido en un negocio, quizá la actividad  más rentable del país. Prometo que de mis críticas no se va librar nadie, pero como esta semana está  la Convención del PP en Sevilla,  la actualidad manda, vamos con ella.

Este fin de semana el Partido Popular celebra en Sevilla su Convención en un clima de euforia y de unidad, pues ya se ven en la Moncloa.  El olor cercano del poder  les une y hace que se haga  pelillos a la mar con las diferencias y disputas internas. De esta "conferencia o convención" lo único que yo he extraído, aparte de los vergonzosos discursos de bastantes energúmenos que lo harian mucho mejor teniendo cerrada la boca.  Es que el partido popular abraza  con entusiasmo las tesis de Aznar  y que el manido "viaje al centro" de la derecha española es una pura entelequia. Solo he percibido un peligroso escoramiento de la nave que teóricamente dirige Rajoy hacia la extrema derecha.

 Queridos lectores, mi humilde opinión sobre toda esta "tramoya" puesta en escena en la ciudad hispalense es que estos del PP no tienen remedio, por más que se  empeñen no pueden disimularlo. Ellos pretenden dar una imagen centrista/reformista/de progreso  pero no cuela en ningún lado. Apenas se juntan para lo que sea, da igual, al PP le sale el fascio que llevan dentro y que corre con la fuerza de un ciclón por sus venas.
 Para abrir estos días su convención en Sevilla han tenido la genial idea de que el ex presidente Aznar pronuncie el primer discurso.  D. José María Aznar, ese  gran patriota  de chunga peineta, al que nadie tiene derecho a decirle la copas de vino  que debe tomarse a  la hora de coger el coche. Ese personajillo de esmirriado bigote fascista que se está forrando a base de ponen mal a su país  para que los especuladores nos cobren más  intereses  a la hora de  las subastas de nuestra deuda. Aznar, el político que destila odio y resentimiento   contra todo,  porque un día los españoles le dieron la mayor patada en el trasero que se le ha dado a un político por embustero y manipulador. Por querer hacernos a  todos los ciudadanos tontos de capirote. Ese individuo que sigue marcando   los tiempos en el partido de la caverna, tirando  de los hilos y moviendo las marionetas desde FAES. Si analizamos  con profundidad el comportamiento del principal partido de la derecha española comprobamos que sigue sin conseguir la homologación democrática en Europa.  Que más quisiera este país que existiera la derecha con  el "pedigrí" demostrado que existe en Alemania, Francia o Inglaterra.

En las  numerosas  y repugnantes  salidas de tono de Aznar y de Mayor Oreja   solo se  me ocurren dos cuestiones: una  puede ser como dijo alguien “Mariano Rajoy es un calzonazos político incapaz de desautorizar la alocada mente de Aznar y Mayor Oreja”, o esta otra, el presidente del PP está conchabado con sus conmilitones para que ellos cultiven el voto de la extrema derecha mientras él se hace el sueco para seguir aparentando que no es un extremista.
Pero la  cuestión resulta muy sencilla de entender, sólo hace falta analizar el comportamiento que ha tenido Rajoy con todos los temas que le llegan a sus manos. El  último  con otra vieja gloria de la derecha eterna, Francisco Álvarez-Cascos. Alguien capaz de dar cuerda durante meses a  la candidatura de Cascos por el PP de Asturias para luego cortar el hilo con saña, eligiendo a una dirigente de la que no sabe ni el apellido y sin tener ni siquiera la gallardía de hablar con el postergado para darle una explicación, alguien así ¿no es un calzonazos político?. Puede ser otra cosa mucho peor.

Mayor Oreja y Aznar llevan años ladrando su rencor por las esquinas, pero no se puede menospreciar ese discurso del odio, hay que intentar desmontarlo.
El ex ministro del Interior ha organizado esta semana una peregrinación mediática para colocar el siguiente mensaje: existe “un pacto entre el Gobierno y ETA” y todo lo que ocurre en Euskadi es consecuencia de ese acuerdo, al que llegaron hace un año el Ejecutivo de Zapatero y la organización terrorista, “cuando decidieron jugar la segunda parte del partido, porque la primera había acabado con la T-4”. O lo último que se le ocurre todavía con más mala leche, “el PSOE está instalado en la cultura de la muerte”.
 Dicen esto ¿Pruebas? Ninguna. En la dirección del PP se limitan a explicar que Mayor Oreja “es vasco” y “tiene mucha información porque ha sido ministro del Interior”. Pero vasco también es Otegi   y otros dirigentes nacionalistas, sin que esos atributos nos  los conviertan en referentes morales a quienes creer como si lo que manifiestan fuera texto de la bliblia.

Aznar por su parte, continúa de ayudante del gran cherif, con los pies en la mesa cuando no esta danzando por  sus montañas nevadas y con sus banderas al viento, o hablando tejano en las conferencias, con un objetivo prioritario: hundir la imagen de España (cobrando a buen precio por ello). Es importante recordar que los dirigentes del  PP, con Rajoy a la cabeza, no se cansan de explicar que el elemento esencial para la recuperación económica es “la confianza”. Pues bien, si cualquier inversor nacional, internacional  escucha a un ex presidente afirmar que su país es un “Estado marginal que no es viable” y que “está intervenido de hecho y lo que estamos discutiendo ahora es si va a ser intervenido de derecho o no”, es evidente que saldrá corriendo con su dinero hacia las antípodas. Pues eso es exactamente lo que dijo  Aznar, entre vítores y aplausos de la cúpula de su partido.

Llevamos tiempo  escuchando estas barbaridades  y  esto no es fruto del comportamiento en el juego político normal. No existe ninguna democracia en el mundo, ninguna, donde la oposición se dedique a denigrar la solvencia económica de su país y se permita acusar sin pruebas al Gobierno de pactar en secreto con organizaciones delictivas. Y todo ello con el silencio cómplice del político que pretende convertirse en el próximo presidente, pero que no quiere mancharse las manos cultivando el voto de la extrema derecha.
El discurso de Aznar bien valía el gesto cálido de Rajoy. El ex presidente del Gobierno se arrogó el papel de ariete popular y arengó al partido a convertir los comicios autonómicos y municipales en un plebiscito contra José Luis Rodríguez Zapatero. «Son muchos los millones de españoles que desean que el próximo mes de mayo la victoria del PP sea tan concluyente que impida seguir ignorando la realidad: un país que reclama ya el cambio político que necesita», acotó Aznar. La Convención Nacional que el PP celebra en Sevilla  deja su fotografía relevante: el afectuoso abrazo en el que se fundieron Mariano Rajoy y José María Aznar, al que todos los participantes en  el dia de inaguración de la Conveción  mimaron de manera  servil. La 'guerra fría' entre aznaristas y marianistas, que tuvo su expresión más gélida en el Congreso de Valencia en 2008, se derrite ya en los libros de historia de este partido, ahora la cercanía del Poder hace que se entierre las viejas rencillas, todo sea por la causa.

Después de oír  los discursos de la convención de Sevilla me pregunto  ¿donde creen esta gente que cae el centro?: Porque  lo que realmente se ha visto  es un partido muy  escorado  hacia  la extrema derecha. Hay algunos discursos  que solo pueden salir de  mentes retorcidas por las que jamás ha pasado el más minino atisbo de democracia. Escuchándolos parece que vivimos en otro país, un país que  según ellos avanza al socialismo a pasos agigantados y que tiene a  los Castro. a Morales y a Chávez como inspiración y que en `poco mas de unos meses vamos a estar bajo la dictadura del proletariado. Los  trabajadores de este país estamos que nos partimos de risa, después   de los recortes que nos están aplicando. Los administradores del capitalismo mundial  se caen de espaldas  con el análisis  de estos “lumbreras”, con lo disciplinado que ha sido Zapatero  con las sugerencias en defensa de los intereses capitalistas, que venga  la derecha a decir lo contrario no les cuadra. 

Claro que la culpa de que la derecha se haya crecido de esta manera la tiene quienes han hecho la política contraria  a la que siempre han predicado. No se puede dedicar uno a dar palos de ciego en materia económica sin dirección y sin rumbo, para luego pasar por el aro del liberalismo salvaje. Para hacer la política que al final se está haciendo no hace ninguna falta el partido socialista en el  Gobierno. para eso está la derecha de toda la vida. ¡Ah amigos, si estas reformas   las hubiera aplicado el PP!. Lo de Grecia hubiera sido cosa menor y sin importancia.  Porque a veces uno no sabe qué es más incomprensible: si las decisiones que ha tomado el Gobierno socialista o las medidas que no ha adoptado. No se entiende que, además de imponer recortes sociales a las clases medias, no haya aprovechado para introducir un impuesto a los ricos o para aprobar nuevas tasas a las entidades financieras. No se entiende que haya sepultado la Ley de Libertad Religiosa, permitiendo que la Iglesia católica mantenga sus privilegios en vez de avanzar hacia una sociedad laica y tolerante. Y tampoco se entiende que haya decidido meter en el cajón de las promesas incumplidas la Ley de Transparencia, una iniciativa que encajaba perfecta mente en las políticas de ampliación de derechos impulsadas por Zapatero en su primera legislatura.

El problema   ha sido que el gobierno del Partido Socialista ha carecido de un programa  para gobernar en estos tiempos de  crisis (el programa  con que  se concurrió a las elecciones se elaboro en época de bonanza). Como tampoco ha existido paralelamente una organización fuertemente dotada  de ideología  que  marque, que diga al gobierno,  cuál es la `política que  había  que hacer.  Porque partido y gobierno se solapan desde arriba hasta abajo, no hay una línea de independencia clara en cuales deben ser los papeles que deben  jugar cada uno.  Porque se funciona con un modelo que no sirve a la ciudadanía, solo sirve  a los  que se dedican  a la política.  El partido  ya no es el instrumento para la participación política  de los ciudadanos, y no me refiero solo al partido socialista.  Todos más o menos tienen los mismos problemas de credibilidad . Todos funcionan como Marcas o  Franquicias que en cada lugar tienen a sus propietarios estructurados y atrincherados impidiendo que la  renovación alcance y destruya sus formas  clientelistas de mantenerse en la pirámide del poder.
 Por último, que les quede muy claro, que con estas reflexiones no  estoy renegando de la política. Lo que en realidad  uno echa en falta son reformas que impida que nuestro sistema democrático se continúe degenerando y perdiendo  la confianza de los ciudadanos a pasos agigantados. Mientras tanto yo seguiré siendo  un consumado social demócrata que echa de menos  los verdaderos valores  por los que merezca la pena el participar  en la política activa.

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