
"Como lirio cortaron el lirio,
como rosa cortaron la flor,
como lirio cortaron el lirio,
mas hermosa su alma quedó.
Oh, qué día tan triste en Granada,
las campanas doblar y doblar"
Jamás pudo imaginar Federico Garcia Lorca al escribir estos versos dedicados a la heroína y paisana suya Mariana Pineda, víctima de la España absolutista y déspota y de la Granada más reaccionaria, que él también seria devorado un día por ese monstruo de odio negro que habita en la entrañas de su bella y amada Granada
El día 16 de Agosto de 1936 un automóvil negro y siniestro como el alma y el cerebro de los falangistas que lo ocupan se detiene a escasos metros de la casa de la también falangista familia Rosales, se bajan Ramón Ruíz Alonso el ex-diputado de las CEDA, al que llaman el “obrero amaestrado”, el hombre que días después formulara la acusación que lo llevaría a la muerte., Juan Luis Trescastro Medina , pariente lejano de Lorca ya que estaba casado con una prima segunda de éste, Luis García Alix, Sánchez Rubio y Antonio Godoy, el Jorobeta. Tocan a la puerta. Doña Esperanza Camacho de Rosales se asoma.
-Tengo orden de detener a Federico García Lorca, que ustedes tienen escondido aquí-sentencia Ruíz Alonso.
El poeta, que está en su habitación, baja las escaleras.
-Esto es un error….un abominable error-
-Vamos-responde Alonso.
El automóvil se aleja del número uno de la calle Ángulo.
La madrugada del 19 al 20 de Agosto de 1936, hoy se cumple 74 años, sin juicio, sin ninguna acusación comprobada, sería asesinado en su Granada natal, junto a dos banderilleros y un maestro, Federico García Lorca, en la carretera que va de Viznar hasta Alfacar, tenia 38 años.
Los historiadores que han investigado sobre la muerte del poeta – Gibson, Vila-San Juan y Marcelle Auclair- no llegan a un punto convergente en hallar causas directas para la acusación de Ruiz Alonso a García Lorca. Más bien, Lorca se había situado en una posición peligrosa en lo que era el comienzo de una guerra civil donde el antagonismo de clases e ideologías traspasó la infrahumanidad. Sus simpatías por la República y el Frente Popular, sus declaraciones y asociaciones con izquierdistas no lo favorecerían en los días de la turbulencia. El papel de director artístico de la compañía de teatro ambulante La Barraca, auspiciada por el Frente Popular, tampoco lo ayudaba a pasar desapercibido en una guerra de tales magnitudes, donde el odio y el resentimiento, añejados en siglos de represión, se desceñían incontrolablemente por ambas partes. Su muerte haría escribir a otro de nuestro más grandes poetas, Antonio Machado, estos versos :
EL CRIMEN FUE EN GRANADA: A FEDERICO GARCÍA LORCA
1. El crimen
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
2. El poeta y la muerte
Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»
3.
Se le vio caminar...
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
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