Francisco Lorenzo

Francisco Lorenzo

martes, 20 de octubre de 2009

Impresiones en la Metrópolis.





Confieso que tenía ganas de visitar la capital del Reino Unido, por eso aprovechando que Rynair había abierto una línea desde Granada a Londres me decidí a hacerlo. Después he viajado varias veces, hasta conocer a fondo esta megápolis, ciudad de ciudades y una de las mayores sedes del mundo financiero y capitalista. Hoy solo voy a contar las impresiones de mi primera visita, un mes de Febrero de hace varios años.

Estos de los vuelos Lost Coast lo tiene todo estudiado, en el mismo avión te venden de todo, lo mismo un bocadillo, que una cerveza, un refresco, o los billetes de tren o autobús para llevarte del aeropuerto al centro de la ciudad. Así que un día de Febrero a altas horas de la noche me bajé del avión en el aeropuerto de Stansted, metí mi maleta en un autobús de Terra Visión y después de una hora de viaje por una estupenda autovia estaba en Victoria Station, en el mismo corazón de Westminster. El hotel estaba muy cerca de allí, pero la dichosa lluvia de Londres hacia su aparición por primera vez en el viaje, así que tome un taxi. Lo de los taxis ingleses es una cosa que deberían copiar los taxistas de aquí. El taxi esta diseñado para que tu mismo subas la maleta, la coloques delante de tu asiento. El taxista está totalmente separado de los viajeros por una mampara con una pequeña ventanilla por la que le pagas. La verdad, es que ha sido Londres el único sitio al que yo he viajado donde los taxis son así. Sin duda una buena idea para proteger a estos profesionales de atracos y agresiones. Así que aquella noche no hubo tiempo para más, directos a la cama del típico "Bed & Breakfast" de Londres, este se llamaba y se llama "Lune and Simone" en Belgrave road, una casa victoriana convertida en un pequeño hotel, muy limpio, trato exquisito por parte de sus propietarios, dos hermanos gemelos que hacen de tu estancia en Londres como si estuvieras en tu propia casa. El precio andará ya por las 100 libras por noche, pero para lo que son los hoteles en Inglaterra yo lo recomiendo, hasta tal punto que las otras veces que viajado a la capital del Imperio Británico me he alojado allí.

Al día siguiente nos levantamos muy temprano. Conforme iba bajando las escaleras me despertaba el apetito el olorcillo del beicon, los huevos fritos y demás viandas del famoso desayuno inglés. Así que después de ponerme hasta las cejas y cargar bien las pilas para el duro día que me esperaba, salgo a la calle, hace bastante frío. La persistente lluvia me hace dudar, si seguir caminado, o coger algún medio de transporte público, pero yo lo que quiero es empaparme de la ciudad. La lluvia es tan fina que con un paraguas y un chubasquero puedes ir a cualquier parte.

Una agradable sensación recorre mi cuerpo, por fin estoy en la ciudad global, la ciudad lasciva, tentadora, arrogante, indómita, caprichosa, y también súper cara… ¡Wellcome to the jungle¡ ¡Bienvenido a la jungla!.

Hacia tiempo que no paseaba por una "Gran Babilón", como diría Manu Chao. Hacia tanto tiempo que no me encontraba en una de las grandes megápolis del planeta tierra, donde es posible encontrar la esencia misma de cualquier parte del mundo, mercancías, negocios, espectáculos, cultura, arte…. y también como en todos sitios, la miseria.

Durante 8 días desde el rayar del día, por que el sol no apareció ni un solo instante, caminaba entre etnias de mil países diferentes, rostros que hablan de diferentes soles y colores en las mismas notas, al mismo Tempo de una frenética melodía que hacia vivir un día más al corazón de la ciudad… yo me preguntaba ¿donde están los ingleses?. "Claro, con este tiempo quien aguanta aqui, se habrán ido todos a la Costa del Sol y no vendrán hasta el verano" me respondía a mi mismo.

A las 6 de la mañana la vida en la ciudad acelera hasta sentir vértigo, trenes, pensamientos, autobuses, bicicletas y respuestas, todo se sucede con demasiada velocidad para un tipo mediterráneo medio "aplatanao" como yo. En fin, yo solo estoy de paso, me digo. Para vivir, el mejor sitio siempre será el Sur. ¡La suerte que tenemos los que vivimos donde el sol nos calienta todos los dias! . Creo que en el fondo ellos tampoco se acostumbran, en cuanto juntan cuatro libras se compran un apartamento en el Mediterraneo, la Costa de Sol o en Canarias

Durante los días de mi visita destrozé mis pies caminando desde por la mañana hastas altas horas de la noche, recorrí las calles en medio de la llovizna y de esa niebla terrorifica que hace desaparecer como por arte de magia viandantes, casas, monumentos etc.

Crucé la ciudad desde Westminster hasta Camden Town, desde el elegante Chelsea, hasta Liverpool Stret en el corazón financiero de la City. Fuí desde la realeza de Buckingham Palace, hasta Nottin Hill , desde Southwark hasta Indian District. Atravesé el Támesis varias veces por todos los puentes, recorri los Docklands ( muelles). Accedí a la “Tate Modern”, uno de los templos actuales del Art. Contemporáneo por el "puente del Milenio" con su delicada estructura de acero.

Cuando durante las largas caminatas apareció mi hambre canina e insaciable , comí el "roast beef", a orillas del Támesis, "sushi" en el Soho, "fish and chips " en la misma puerta de la Torre de Londres, con los grajos alrededor buscando las migajas, mientras contemplaba despreocupado el paso de las barcazas silenciosas por debajo del Tower Bridge con su cargamento de turistas en dirección a la Noria y al Big ben...

Anduve fascinado a la vez que con aire de revancha buscando entre las mareas de nómadas de las distintas tribus urbanos a Nelson, lo hallé allí en la gran plaza, con sus cuatro leones, encaramado en la eternidad de su columna con el pensamiento perdido mas allá de los confines metropitanos del Londres financiero. Su mirada en lo alto de aquel enorme pedestal llegaría por lo menos hasta las praderas de Dover. Debajo de él, miles de turistas cámara en mano, ojos desorbitados, oliendo a "hot dog y fish & chips”, se retrataban entrañablemente con sonrisas internacionales, otros deambulaban como autómatas, y cómo no, un grupo de españoles metiendo "bulla" en la puerta de la Grand National gallery.

Ninguna sensación especial recorrió mis venas al entrar en este "Real museo, de tan ponposo nombre y helenica fachada". Nada que ver con nuestro Museo del Prado y no digamos con el Louvre parisino, tan solo algún Picasso y la colección religiosa de Caravaggio lo único que arranco de mis entrañas una pizca de inquietud por la belleza del arte de la pintura.

Otra cosa fué el museo de Ciencias Naturales y el Britis Museum. La impresión fue monumental. Por dos razones: la primera por su cúpula, diseñada por Norman Foster, que deja ver un cielo infinito y da al interior del edificio una luminosidad absolutamente única. La segunda, por el contenido. Trozos enteros de la historia de Grecia, Roma, Egipto y otros países esperan allí a millones de visitantes. Entrar en la gallería Duveen no deja indiferente: la mitad de los mármoles que decoraban el Partenón de Atenas duermen allí. Los sentimientos se entrecruzan. El expolio que ha hecho el Imperio Británico especialmente a estos países es descomunal. Me pregunto ¿es justo que en pleno siglo 21 estas joyas no se devuelvan a su legítimos dueños?

Haciendome miles de preguntas sobre la voracidaz expoliadora de los imperios salí corriendo en busca, otra vez, del sueño sensual, plástico que provoca en mi el hambre por conocer el alma de la gran urbe. De Picadilly a Oxford circus, pasando por el Soho me sumergí en ese submundo paralelo que de acá para allá que continuaba bailando al compás del dinero y el lujo. Crucé miradas con aristócratas pamelas. sahri indios, sombreros vietnamitas, turbantes y velos musulmanes, pañuelos palestinos, barbas irakies, germánicos de faz roja, negros afroamericanos, judíos errantes, Dr.Jekyl y Mr...Hyde, y hasta con Sherlock Holmer y su ayudante, en el museo de cera de Madame Tussaudst me salude con Jack el destripador

Una de las cosas que más me gustaron de esta ciudad: Es que cuenta con un buen número de parques y jardines, de lugares reservados a la naturaleza, donde podemos encontrar desde increíbles zonas de lagos y césped hasta la fauna más insospechada en el centro de Londres. Hyde Park es el principal parque de la ciudad, pero no el único.
Hyde Park es la joya de la naturaleza que encontramos en el centro de Londres, es un parque dividido en dos zonas por un lago, el lago serpentine, un parque contiguo a los jardines de Kensington, y un parque real.

Su extensión es de 140 hectáreas, 250 si les unimos los Jardines de Kensington. Hyde Park ha sido un lugar con historia, donde se han realizado movilizaciones, manifestaciones, es un lugar en el que residió Enrique VIII antes de la invasión de los normandos, o Guillermo III, es un lugar donde tenemos varios puntos de interés para visitar, como el Speaker’ Corner, el Palacio de Cristal, la esquina sureste del Hyde Park, el Lago Serpentine, el jardín botánico…
Hyde Park es también un lugar que ha sido sede de numerosos conciertos y películas, por aquí han pasado los Rolling Stones, Luciano Pavarotti, The Who, Red Hot Chilli Peppers, Foo Fighters, Depeche Mode y Queen entre otros grupos y solistas del mundo de la música. En cuanto al cine, son varias las películas que han tenido este parque como localización.

Además de Hyde Park, en Londres hay otros parques, como es el caso de St James Park, un parque en el centro de la ciudad cerca del Palacio de Buckingham y uno de los más visitados de la ciudad. En sus lagos podemos ver pelícanos, patos y cisnes como fauna destacada, así como una impresionante población de ardillas.

Por la noche me refugiaba de la lluvia y la humedad en The Albert a tomar mi ración de "pintas". Este lugar me sigue gustando, todas las veces que voy a Londres hago mi visita obligatoria. The Albert es quizá el ultimo Pub inglés en el que te sientes como en una autentica taberna inglesa de hace un par de siglos

Algunas noches me llegaba por la zona del West End , con el deseo ya predispuesto para disfrutar de las cosas y situaciones que nada más pueden ocurrir alli. Pub y clubs de uso privado, para Lores y elegantes caballeros, junto a bares de luces rojas con música brasileña, Jazz jamaicano , sonidos de Filadelfia, violines bohemios , vedettes emplumadas, o música negra de Ciudad del cabo. Todos llenos de gente de cualquier lado del mundo persiguiendo sueños de felicidad consumista sin querer dejar de ser Petter Pan,

La lluvia arreciaba a esas horas, caminába por las calles encadilado por el neón de los grandes musicales, mientras de las limusinas bajaban mujeres de mirada arrogante, ofensiva, cubiertas de carisimas pieles. Su contorno se perdía en las sombras de las calles, yo miraba hacia el cielo de Londres. buscaba alguna estrella fuera del "artificial resplandor," no la encontré , más allá, todo era negro y gris, como la vida de aquella gente, dentro de aquella jungla, cuando se bajaba el telón, se apagaban las luces y cerraban los teatros.

Cansado, la ultima noche cogí el bus 24 , bajaba por Whitehall, mire para atrás, entre la lluvia y la niebla me parecio ver a Billy Elliot y a Mary Poppins con el paraguas y su sombrero diciendome adiós con la mano.


1 comentarios:

Francisco Lorenzo dijo...

Thank you for the commentary, which you have a good day