Lo despierta el estampido de un trueno, medio adormilado murmura: "ya está aquí la tormenta que anunciaba el tío del tiempo" . Lobito chico (su perro) sigue durmiendo junto a la mecedora, tendido a todo lo largo de su cuerpo sin inmutarse, y eso que se asusta con el estallido de un simple cohete. Llueve sobre las chirimollas y los naranjos. Una pareja de mirlos se refugia entre las plataneras del borde de la pequeña acequia. El agua sigue cayendo a cántaros sobre los cañaverales e inunda los surcos de riego de la huerta. Esta esperada tormenta se lleva entre los relámpagos y truenos este largo verano, un magnifico verano en el que él ha vivido y disfrutado intensivamente.
En un recóndito espacio de su cerebro guardara todos esos momentos inolvidables, los amaneceres en el puerto, viendo la subasta del pescado en la lonja, los paseos por la playa al rayar el sol. las noches de moraga con baño nocturno incluido a la luz de la "vía Láctea" en el Pelaillo, los buenos ratos de "charla" con los amigos tomando el fresco y otras cosas casi al punto de hielo (unos mojitos bien preparados también refrescan lo suyo) en el chambao de Tonino. Otro día os contare la historia de su amistad con este viejo pescador.
Un segundo trueno estalla casi encima de su cabeza. Mari Luz (la gata) pega un brinco y salta la media hoja de la puerta, metiéndose dentro de la casa. Lobito chico empieza a estirarse y se coloca panza arriba esperando su racion de caricias, ¿pero Lobito, no tienes miedo?, ¡con lo cageta que eres! le dice él. Lobito responde abriendo sus fauces en un largo bostezo mientras alegremente agita el rabo. La tormenta está tan cerquita que cada relámpago parece el fogonazo del flash de una cámara fotográfica dando en sus ojos.
Recuerda que de niño nunca le dieron miedo las tormentas, muy al contrario sentía y siente una enorme fascinación por este espectáculo de la Naturaleza. Su madre, a la que sí le asustaban, solía reprenderlo por la afición que tenia a salir a la calle y dejar que la lluvia le empapara la cara, claro, a la vez que se mojaba la cara, se ponía hecho una sopa, y más de una vez la alpargata de la madre le puso el culo como un tomate a cuento de la lluvia.
Ahora ya no llueve como antes, recuerda que cuando era niño llovía mucho más al final de Septiembre y sobre todo en el mes de Octubre. Había años que en el mes de Octubre llovía tanto y a diario que se suspendia la feria. Esto le producía un enorme cabreo que le duraba días, porque por muy amante de la lluvia que fuera, la feria era esperada con una tremenda ilusión por todo el mundo, chicos y grandes. Eran tiempos en lo que no había variedad en la oferta de ocio tal y como tenemos hoy, ya podía llover en otra época ,!Todo un año esperando la feria para esto!, pensaba él.
El aguacero dura apenas un cuarto de hora, la brisa de poniente se lleva la tormenta, los relámpagos y los truenos se van alejando hacia el cabo Sacratif. Ahora llueve como está mandado, el chaparron deja paso al agua mansa que la tierra sedienta se bebe con avidez después de un caluroso estío.
Él se levanta de la mecedora donde duerme su siesta diaria en el porche. Coge el paraguas y el viejo sombrero de fieltro, siempre le ha gustado ver llover sobre la vega desde su atalaya en Mira Sierra. La voz de ella desde dentro de la casa le dice: "Esperame, voy contigo cariño". Un breve estremecimiento recorre todo su cuerpo, cae en la cuenta que es la primera vez en el día que le llama cariño. Al momento los dos salen cogidos del brazo , ella va apretandose a su cuerpo buscando no mojarse. Lobito Chico va caminando siempre por delante, su andar rapido casi es un trotecillo , el animal se aleja, pero sin perder nuca de vista a sus amos, para ello va haciendo pequeñas paradas en cada recodo del camino.
El camino transcurre a media ladera, hacia el Oeste hasta el pago de Panata, a la derecha el agua de las acequias bordeadas por lirios, las madreselvas, las buganvillas y campanillas azules que cubren las cercas de madera de los pequeños cortijos. A la izquierda un mar verde de caña de azúcar antecede a otro mar azul y espuma blanca .
En este paseo de una tarde de lluvia, por el camino de Mira Sierra un popurrí de olores estimulan sus sentidos, al principio es el olor de la tierra mojada, más adelante ,a medida que avanzan por el camino este olor se va mezclando con otros procedentes de la frutas del tiempo, huele a guayabas, kakis y menbrillos. Hay un momento en el están a punto de meterse en un charco, ella tirando de su brazo le dice : "Ten cuidado cariño", él la mira y sonríe, en su interior piensa que es la segunda vez que le dice cariño.
Cuando llegan a la vieja fábrica de luz abandonada de Santa Isabel escampa. El circulo rojo de un Sol con cara de más agua se hunde despacio por las lomas de Cerro Gordo, sus últimos rayos iluminan toda la vega. El verde intenso de antes, ahora cambia, se vuelve verde amarillento, se diría más esplendoroso. Se cruzan con un campesino al que sorprendió la tormenta, lleva un saco de yute por capucha. El hombre tira de un viejo y cansino burro con una carga de gabillas de cabos ( parte superior de la caña de azúcar) . Al cabo de varios minutos el camino da una serie de revueltas, al salir de una de ellas de pronto se encuentran cogidos del brazo contemplando el valle del Guadalfeo. Hacia el Sur la mar y la postal blanca de Salobreña coronada por su castillo árabe, frente a sus ojos en medio de este otro mar verde está la alquería de Panata y sus altivas palmeras dominando el valle, mas al fondo los pueblos moriscos de Lobres, Molvizar, Itrabo y las escarpaduras de la sierra de Bodijar, al Norte los inmensos farallones del tajo de los Vados.
Después de permanecer un buen rato contemplando embelesados esta bellisima estampa inician el camino de vuelta hacia su atalaya. La tarde deja paso casi de golpe a la noche, el camino de vuelta se va llenando de sombras, comienzan a cantar los grillos y brillan las luciérnagas sobre los matojos mojados de la cuneta compitiendo con las primeras estrellas en el cielo, que esta noche a ellos les parece mucho más limpio. Al llegar a casa les recibe en la verja algo huraña Mari Luz, quizá les esté reprendiendo por haberla dejado sola durante ese tiempo, pero parece que el enfado le dura poquísimo. Entra detrás de ellos al interior de la vivienda, él se se va hacia la ventana , la abre de de par en par, la luna llena iluminaba las flores del jardín y recordaba el perfil de lo árboles en la huerta contra un cielo gris de misterio. Al poco rato ella se le acerca por detrás y le susurra al oído ¿no tienes sueño cariño?. Él se vuelve, la coge por la cintura y la besa en los labios con un beso de esos como dice Zenet: Un beso de esos que valen por toda la química de la farmacia ....era la tercera vez que le llamaba cariño hoy, eso era ya demasiado para su pobre y maltrecho cuerpo, despues ella hunde su cabeza sobre su pecho mientras el la abraza durante un tiempo que ni sus cerebros ni sus agitados corazones pueden medir. Fuera la noche preñada por mil perfumenes se desparrama ladera abajo buscando el abrazo de la mar, la sirena del ingenio azucarero anuncia el cambio de turno de las diez, haciendo callar a millones de grillos que cantan enloquecidamente.
En un recóndito espacio de su cerebro guardara todos esos momentos inolvidables, los amaneceres en el puerto, viendo la subasta del pescado en la lonja, los paseos por la playa al rayar el sol. las noches de moraga con baño nocturno incluido a la luz de la "vía Láctea" en el Pelaillo, los buenos ratos de "charla" con los amigos tomando el fresco y otras cosas casi al punto de hielo (unos mojitos bien preparados también refrescan lo suyo) en el chambao de Tonino. Otro día os contare la historia de su amistad con este viejo pescador.
Un segundo trueno estalla casi encima de su cabeza. Mari Luz (la gata) pega un brinco y salta la media hoja de la puerta, metiéndose dentro de la casa. Lobito chico empieza a estirarse y se coloca panza arriba esperando su racion de caricias, ¿pero Lobito, no tienes miedo?, ¡con lo cageta que eres! le dice él. Lobito responde abriendo sus fauces en un largo bostezo mientras alegremente agita el rabo. La tormenta está tan cerquita que cada relámpago parece el fogonazo del flash de una cámara fotográfica dando en sus ojos.
Recuerda que de niño nunca le dieron miedo las tormentas, muy al contrario sentía y siente una enorme fascinación por este espectáculo de la Naturaleza. Su madre, a la que sí le asustaban, solía reprenderlo por la afición que tenia a salir a la calle y dejar que la lluvia le empapara la cara, claro, a la vez que se mojaba la cara, se ponía hecho una sopa, y más de una vez la alpargata de la madre le puso el culo como un tomate a cuento de la lluvia.
Ahora ya no llueve como antes, recuerda que cuando era niño llovía mucho más al final de Septiembre y sobre todo en el mes de Octubre. Había años que en el mes de Octubre llovía tanto y a diario que se suspendia la feria. Esto le producía un enorme cabreo que le duraba días, porque por muy amante de la lluvia que fuera, la feria era esperada con una tremenda ilusión por todo el mundo, chicos y grandes. Eran tiempos en lo que no había variedad en la oferta de ocio tal y como tenemos hoy, ya podía llover en otra época ,!Todo un año esperando la feria para esto!, pensaba él.
El aguacero dura apenas un cuarto de hora, la brisa de poniente se lleva la tormenta, los relámpagos y los truenos se van alejando hacia el cabo Sacratif. Ahora llueve como está mandado, el chaparron deja paso al agua mansa que la tierra sedienta se bebe con avidez después de un caluroso estío.
Él se levanta de la mecedora donde duerme su siesta diaria en el porche. Coge el paraguas y el viejo sombrero de fieltro, siempre le ha gustado ver llover sobre la vega desde su atalaya en Mira Sierra. La voz de ella desde dentro de la casa le dice: "Esperame, voy contigo cariño". Un breve estremecimiento recorre todo su cuerpo, cae en la cuenta que es la primera vez en el día que le llama cariño. Al momento los dos salen cogidos del brazo , ella va apretandose a su cuerpo buscando no mojarse. Lobito Chico va caminando siempre por delante, su andar rapido casi es un trotecillo , el animal se aleja, pero sin perder nuca de vista a sus amos, para ello va haciendo pequeñas paradas en cada recodo del camino.
El camino transcurre a media ladera, hacia el Oeste hasta el pago de Panata, a la derecha el agua de las acequias bordeadas por lirios, las madreselvas, las buganvillas y campanillas azules que cubren las cercas de madera de los pequeños cortijos. A la izquierda un mar verde de caña de azúcar antecede a otro mar azul y espuma blanca .
En este paseo de una tarde de lluvia, por el camino de Mira Sierra un popurrí de olores estimulan sus sentidos, al principio es el olor de la tierra mojada, más adelante ,a medida que avanzan por el camino este olor se va mezclando con otros procedentes de la frutas del tiempo, huele a guayabas, kakis y menbrillos. Hay un momento en el están a punto de meterse en un charco, ella tirando de su brazo le dice : "Ten cuidado cariño", él la mira y sonríe, en su interior piensa que es la segunda vez que le dice cariño.
Cuando llegan a la vieja fábrica de luz abandonada de Santa Isabel escampa. El circulo rojo de un Sol con cara de más agua se hunde despacio por las lomas de Cerro Gordo, sus últimos rayos iluminan toda la vega. El verde intenso de antes, ahora cambia, se vuelve verde amarillento, se diría más esplendoroso. Se cruzan con un campesino al que sorprendió la tormenta, lleva un saco de yute por capucha. El hombre tira de un viejo y cansino burro con una carga de gabillas de cabos ( parte superior de la caña de azúcar) . Al cabo de varios minutos el camino da una serie de revueltas, al salir de una de ellas de pronto se encuentran cogidos del brazo contemplando el valle del Guadalfeo. Hacia el Sur la mar y la postal blanca de Salobreña coronada por su castillo árabe, frente a sus ojos en medio de este otro mar verde está la alquería de Panata y sus altivas palmeras dominando el valle, mas al fondo los pueblos moriscos de Lobres, Molvizar, Itrabo y las escarpaduras de la sierra de Bodijar, al Norte los inmensos farallones del tajo de los Vados.
Después de permanecer un buen rato contemplando embelesados esta bellisima estampa inician el camino de vuelta hacia su atalaya. La tarde deja paso casi de golpe a la noche, el camino de vuelta se va llenando de sombras, comienzan a cantar los grillos y brillan las luciérnagas sobre los matojos mojados de la cuneta compitiendo con las primeras estrellas en el cielo, que esta noche a ellos les parece mucho más limpio. Al llegar a casa les recibe en la verja algo huraña Mari Luz, quizá les esté reprendiendo por haberla dejado sola durante ese tiempo, pero parece que el enfado le dura poquísimo. Entra detrás de ellos al interior de la vivienda, él se se va hacia la ventana , la abre de de par en par, la luna llena iluminaba las flores del jardín y recordaba el perfil de lo árboles en la huerta contra un cielo gris de misterio. Al poco rato ella se le acerca por detrás y le susurra al oído ¿no tienes sueño cariño?. Él se vuelve, la coge por la cintura y la besa en los labios con un beso de esos como dice Zenet: Un beso de esos que valen por toda la química de la farmacia ....era la tercera vez que le llamaba cariño hoy, eso era ya demasiado para su pobre y maltrecho cuerpo, despues ella hunde su cabeza sobre su pecho mientras el la abraza durante un tiempo que ni sus cerebros ni sus agitados corazones pueden medir. Fuera la noche preñada por mil perfumenes se desparrama ladera abajo buscando el abrazo de la mar, la sirena del ingenio azucarero anuncia el cambio de turno de las diez, haciendo callar a millones de grillos que cantan enloquecidamente.
3 comentarios:
He quedado, positivamente, sorprendido por el relato. Muy, muy bien escrito y expresado. ¡Enhorabuena, primo!
M. F.O.
Muchas gracias Manuel por ser tan benévolo conmigo en tu comentario, tu bien sabes que está plagado de inperfecciones. Entiendo de forma clara que no deja de ser un atrevimiento por mi parte el ponerme a escribir un relato. De todas formas "a lo hecho pecho".
Sigo casi a diario tus magnificos escritos en tu blog .
Un fuerte abrazo primo.
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