Francisco Lorenzo

Francisco Lorenzo

sábado, 25 de abril de 2009

La religión- a la carta.

Es completamente cierto que el ser humano desde que se convirtió en Homo sapiens viene preocupado con su trascendencia y al comprobar lo efímero que es su existencia se ha creado la necesidad y la creencia de que exista otra vida después del hecho cierto de la muerte. Esto solo es una necesidad sicológica porque científicamente nadie lo ha podido demostrar y por lo tanto todas la religiones y creencias basan sus postulados en dogmas de fe y no en hechos científicos . el ser humano como material biológico nace, crece, se reproduce, envejece y muere, esto es muy duro para seres inteligentes, pero es así.
En la mayoría de las personas las creencias religiosas se aceptan como una manifestación más de su cultura y de la tradiciones, otra cosa es el fanatismo del clero que solo se justifica en la necesidad de mantener su posición de dominio y poder en la sociedad, esto se puede extender a cualquiera de la confesiones religiosas y sectas.

En un mundo consumista-capitalista que vive de facto como si Dios no existiese, los espacios públicos reservados en exclusividad para la Santa Madre Iglesia tienden progresivamente a la desaparición. Si bien es cierto que en el mundo occidental-católico los fieles se siguen contando por millones, al menos en lo que al número de personas bautizadas se refiere, a nadie se le escapará que las prácticas cotidianas asociadas con esta religión tienden poco a poco a la marginalidad, en especial en lo referido a las conductas mayoritarias de los ciudadanos y ciudadanas. Muchos son los que se declaran católicos de puertas para afuera, pero pocos, muy pocos respecto de total, los que practican de manera consecuente los ritos y creencias vinculados con esta doctrina eclesial. Desde el amplio espectro de los auto-denominados creyentes pero no practicantes, hasta el no menos numeroso campo de los practicantes cuya conducta para con sus creencias se limita al acto formal de asistir a misa al menos una vez por semana, pero sin llevar a cabo con posterioridad un escrupuloso respeto por las principales pautas morales derivadas de la doctrina católica que dicen profesar (amar a Dios por encima de todas las cosas, amar al prójimo como a uno mismo, no mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio, no usar ningún tipo de método anticonceptivo, dar de comer al hambriento y de beber al sediento, condenar la usura, no caer en la tentación de alguno de los principales pecados capitales: Lujuria, gula, avaricia, envidia, pereza, ira, soberbia, etc.) parecen ser igualmente millones los creyentes católicos que para nada viven en su práctica cotidiana temerosos de su propio Dios, sino que, muy al contrario, parecieran ellos mismos haberlo dejado completamente de lado, convertido en un mero formalismo ideológico al cual recurrir únicamente en caso de necesidad, pero al que se obvia y olvida el resto del tiempo. Reales, reales, verdaderamente creyentes y practicantes, pocos católicos quedan ya en occidente. Estamos pues dentro de lo que diversos teólogos, antropólogos y sociólogos de la religión han calificado como la época de la “religión a la carta”. cada uno escoge lo que quiere o le interesa. en definitiva muchos golpes en el pecho y mucho arrepentimiento, para despues seguir pecando, porque sinceramente ¿que seria de la "vida terrenal" sino tuviéramos la oportunidad de pecar ? ¡¡ seria un asco!!

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