El discurso inicial del presidente Zapatero en el debate del estado de la Nación fue decepcionante. Leído en tono monocorde, ramplón, sin dedicar ni un solo segundo a denunciar los verdaderos motivos de la crisis, sin hacer ni una sola alusión a la avaricia de especuladores y mercaderes, sin realizar anuncios de medidas de izquierdas, como la subida de impuestos para quienes tienen mayor renta y mayor patrimonio. Su equipo de asesores repetía hasta la saciedad que era un discurso “realista”, pero la realidad es que fue muy gris, sin que hubiera nada nuevo bajo el Sol. calcado , igual que el anterior. en definitiva más de lo mismo.
Más de lo mismo, tambien desde el principal partido de la oposición. Mariano Rajoy lo tenía todo a su favor, pero fracasó de nuevo. Su única propuesta fue pedir elecciones y Zapatero aprovechó esa obsesión electoral del líder del PP para vapulearlo sin piedad. “En estos dos años he hecho lo que creía que necesitaba España, usted sólo ha hecho lo que creía que le convenía a su persona y a su partido”, denunció rotundo el presidente. Y ahí ganó el debate, porque Rajoy fue incapaz de negar una evidencia que capta cualquier ciudadano medianamente avisado: que los dirigentes del PP disfrutan con cada dato negativo sobre el paro y sufren cada vez que hay una buena noticia para la economía española.
Zapatero ganó, sin aporta nada, de forma casi mecánica y por inercia. Ganó, porque enfrente tiene a un perdedor. Y en ese flanco también golpeó a Rajoy, recordándole que la confianza de los ciudadanos se gana en las urnas, terreno donde el dirigente conservador mantiene su virginidad.
En fin queridos lectores, que nuestro verdadero problema es la clase política actual. Un gobierno sin imaginación, cuya única política es "capear el temporal y esperar que amaine" y una Oposición sentada a "verlas venir" , esperando que el barco se hunda para recoger los despojos del naufragio. Lo triste de la historia es que en el barco no van ellos solos. ¡ Si el barco se hunde, nos vamos todos a pique!.
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