Lo que sucedió ayer martes en el ayuntamiento de Motril es una escena de tiempos pasados, impropio de un país democrático. Independientemente de la naturaleza de la protesta, el empleo de la fuerza para impedir que esta se realize, es un acto de represión dictatorial, propio de dictadores y no de gobernantes democráticos.
El alcalde de Torrenueva quería iniciar un encierro en el Ayuntamiento y una huelga de hambre para denunciar «la conculcación de los derechos de los ciudadanos de este anejo» tras el acuerdo adoptado en el pleno del pasado viernes por el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Motril, donde se modificaba de forma unilateral el acuerdo-marco de regulación de transferencia de competencias a Torrenueva.
La policia local, ejecutando ordenes directas de la alcadia sacó por la fuerza y en volandas al alcalde torreño y lo dejaron en la puerta del Ayuntamiento. En ese forcejeo Carrascosa sufrió «una cervicalia y un hombro doloroso», según el parte médico emitido por el Servicio de Urgencias del Hospital de Motril, impidiendo de forma violenta lo que iba a ser una protesta pacifica.
La diferencia en las formas-maneras de gobernar, con etapas anteriores creo que son más que evidentes. En el ayuntamiento de Motril se han realizado todo tipo de protestas, encierros y reindivicaciones etc, algunas eran apoyadas y protagonizadas por algunos de los que hoy nos gobierna . Jamás se ha usado la fuerza para desalojar a nadie, independientemente de la naturaleza y justicia de las protestas.
Señores Rojas, Fuentes, Escamez y Villoslada , el ser demócrata no es una pegatina que nos da un partido politico y que uno se coloca en el pecho cuando le conviene. El ser demócrata es una convicción, es una actitud que impregna todos nuestros actos políticos, también en nuestra vida diaria, pero eso se lleva en los genes, en la sangre, como diria mi padre: "Eso hay que mamarlo" y ustedes lo que han mamado, es otra cosa muy distinta, "el garrotazo y tentetieso."
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