Francisco Lorenzo

Francisco Lorenzo

viernes, 1 de enero de 2010

El primer dia del año

Amanece en Mira Sierra, hoy no es un día como otro cualquiera, aunque lo sea. Me despierto y aunque se está muy a gusto en la cama, doy un brinco y me incorporo, estoy tan ansioso por estrenar el 2010, que no quiero desaprovechar ni un solo instante. Voy hacia el gran ventanal y lo abro de par en par, como hice tantos otros días del año que quedo ya atrás. Por la abertura de mi ventana entra el aroma del Jazmín, lo que veo fuera, es casi igual a lo de tantas otras veces: El Sol tibio de Enero juega a esconderse entre las nubes que corren empujadas por un viento helado que no sé muy bien de donde sopla . Las hojas secas de las buganvillas se acumulan en el suelo del porche. Mis soñolientos ojos se deslumbran en las largas estelas de flores amarillas de las vinagreras, que brillan bañadas por el rocío entre las filas de naranjos y chirimollas, al fondo, casi al final de la huerta, se doblan las anchas hojas de las plataneras encorbadas por el peso de los racimos, meciéndose levemente empujadas por el vientecillo .

El silencio de la fría mañana es roto por el canto de los mirlos, el arrullo de una pareja de tórtolas encaramadas en las ramas altas de la dominante y altiva araucaria, de la que sienten "celos" todas las otras especies arbóreas de la huerta, los gorgojeos de los hambrientos gorriones y el aire rompiéndose por entre las cañas y las ramas de la desnuda higuera.

Me digo: Un día más de invierno como otro cualquiera del año. Pero hoy es el primero en las páginas del calendario y del año 2010. Doce meses más que han pasado y uno se siente un poco más viejo, con las mismas ausencias en el corazón, pero casi con la misma ilusión que cuando tenia un puñado de años menos.
Todo esto es lo que voy meditando esta fria mañana, asomado desde la ventana de mi "atalaya" , mientras observo al nuevo día y me "empapo" de todo lo bello que tengo a mi alrededor, aunque este primer día del año se presenta de una forma un poco fría e invernal.

Son casi la nueve de la mañana y sigo en la ventana meditando, ella y los niños duermen. Anoche se acostaron tarde. Los niños, como otros tantos jóvenes, después de cenar se marcharon a celebrar el Año Nuevo con sus amigos a varias fiestas de la cercana ciudad . A nosotros, hace años que no nos gusta ir a este tipo de fiestas. Nosotros recibimos el Año Nuevo sentados frente al fuego de la chimenea. En el tiempo de espera, mientras el televisor, nuestra única ventana al mundo, nos traía las doce campanadas, conversabamos, pasábamos en un "pis pas" de hablar sobre cosas insignificantes, a otras de gran trascendencia sobre el futuro de nuestros hijos, a veces nos hacíamos complices con el silencio para dejar correr el tiempo. Fuera el viento aullaba de vez en cuando entre la hiedra y las buganvillas , una hermosa luna grande de Enero iluminaba el cielo desnudo del solitario porche.

Son ya casi las once, ella me avisa que el desayuno está sobre la mesa, apenas si tengo ganas de tomar un poco de café, estos días de fiestas es cuando menos apetito se tiene, está uno como "empachado". Dentro de un rato iré a la ciudad a felicitar a los familiares y amigos, me gusta hacerlo personalmente, me parece poco "cálido" la "llamada o el mensajito por el móvil" , me gusta más en "carne y hueso". En fin destináremos parte del tiempo de este primer día del año a cumplir con nuestra obligaciones de seres sociables. ¡ Que le vamos a hacer !

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