Francisco Lorenzo

Francisco Lorenzo

domingo, 10 de octubre de 2010

¡MÁS DEMOCRACIA!

Antes de entrar de lleno en el contenido de este articulo quiero poner de manifiesto  una cuestión previa. El hecho de que critique el funcionamiento del sistema  democrático no significa ningún tipo de renuncia, ni ninguna simpatía por otros regímenes, ni sistemas políticos .
Por democracia yo entiendo una sociedad libre, no oprimida por poderes políticos, ni dominada por oligarquías, en la que los gobernantes responden ante los gobernados. Una sociedad es democrática cuando es abierta y cuando el Estado está al servicio de los ciudadanos y no al revés. La definición más brillante y difundida del significado de esta palabra quizá sea la pronunciada por Lincoln en Gettysburg en 1863 "goverment of the people, by the people, for the people" (gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo). Rousseau, da una vuelta de tuerca más al papel de los ciudadanos en este sistema, incluyéndoles como firmantes de un contrato social, que él mismo dicta como el siguiente compromiso: “Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, y nosotros recibimos además a cada miembro como parte indivisible del todo”. La voluntad general es la que hace las leyes, y la minoría debe aceptar el gobierno de la mayoría, aunque ésta se equivoque.

Por lo tanto, a  pesar de los pesares , es decir:  Sus muchos defectos derivados de su aplicación por individuos que al  amparo de su "grandeza" han hecho de la política su Modus Vivendis  para no dar un solo palo al agua. A pesar de todos esos dirigentes políticos que  se aprovechan del sistema en beneficio propio, en vez de buscar el bienestar y el beneficio del pueblo. A pesar de toda esta gente que se llena la boca con la palabra Democracia y que en sus Modus Operandis la utiliza en vano, según  podemos comprobar todos los días. A  pesar de todo, uno sigue creyendo en lo que decía otro gran político, Winston Churchil : "La   democracia  es el es menos malo de los  sistemas de gobierno".  Una vez ha quedado claro que  no simpatizo ni siquiera de lejos con ideologías totalitarias  vamos con la critica.

Es un hecho cierto y constatable que la sociedad española se aleja cada vez más de los políticos y de los partidos. La sociedad,  vive escandalizada ante los desmanes de sus representantes municipales, autonómicos o de los estamentos del Estado Central, la gran mayoría de ciudadanos está  perpleja ante tanta arbitrariedad, despilfarro e irresponsabilidad. La sociedad española, esa sociedad que fue ejemplo para el mundo en la transición, cada día  da muestras más evidentes de que ya no se fía de los políticos y muestra su descontento  con la abtención en las urnas. Es la forma de quejarse de aquellos que han perdido  la fe en la política. Otros, los más concienzados y comprometidos  empiezan a demandar reformas de la ley electoral y de la Constitución que hagan posible una regeneración del sistema, prematuramente envejecido, degradado y corroído por la corrupción. Sin confianza en las instituciones y en los dirigentes, no puede existir democracia. Las encuestas revelan que la política y los políticos, en lugar de ser  la solución a nuestros problemas, son  ellos el verdadero problema de la sociedad actual , esto aparece en las encuestas como una de las principales preocupaciones de los españoles, junto a temas de tanta importancia como el desempleo, la situación económica, la vivienda o la delincuencia callejera.

En el momento de analizar estas cuestiones debemos tener muy en cuenta que la democracia representativa occidental, como sistema de Estado no puede funcionar sin la existencia de partidos políticos, porque teóricamente o en la realidad representan la voluntad popular expresada en elecciones libres, para la configuración, dirección y gobierno de  nuestros organismos e instituciones, pero siempre desde el punto de vista de la sociedad moderna actual y no como hacen algunos desde la perspectiva del siglo pasado. Siguen sin enterarse de los cambios que se generan día tras día, ellos siguen en su visión medieval del ejercicio del poder. La sociedad moderna actual requiere de partidos en sintonía con las nuevas formas de hacer política, partidos y organizaciones donde la política nazca y se elabore desde abajo, desde las bases, y no como hasta hora desde comités hacia abajo, donde la mayoría de las bases  apenas cuentan en los procesos de toma de decisiones. Por lo tanto para los que los partidos políticos sigan siendo válidos en un sistema democrático moderno nos urge  recuperarlos como instrumentos de participación de la ciudadanía. Sin caer en un asamblearismo populista, hay que recuperar procesos  como las elecciones primarias, no para que estén en los estatutos y el aparato diga cuando u donde se celebran, sino para que sea un instrumento que permita vertebrar el poder internamente y ponga en igualdad de condiciones a todos los que quieran ser candidatos.y que presente un minimo de avales. Es necesario que la democracia comience y termine en el militante, no en el aparato del partido. Otra de las cuestiones muy a tener en cuenta, es un cambio en la ley electoral,  la inclusión de listas abiertas en los procesos electorales permitiría  que los ciudadanos pudieran contrarrestar el poder de las cúpulas de los partidos, serían una oportunidad para sortear los mecanismos clientelistas que tienden a seleccionar a los más sumisos y agradecidos, frente a los más preparados en el terreno político, profesional o ético. Este procedimiento, es más acorde con la complejidad de una ciudadanía, que recela cada vez más de la clase política, y que quiere controlar a sus representantes antes que aceptar las imposiciones de los aparatos de partido. Tambien es fundamental en todo el proceso de regeneracion la exitencia de corrientes de opinión reconocidas oficialmente, que garanticen el pluralismo interno y el debate ideológico permanente en el seno de los partidos. No se puede permitir de que los partidos políticos se reduzcan a estructuras de reparto del poder, mientras que el pensamiento  y la sociedad van en dirección opuesta. Otras cuestiones como la limitación de mandatos y la renovación permanente, serian un buen contrapeso a la perpetuación en el cargo.

A nuestra clase política debe de quedarle algo  muy claro: "Lo mismo que la solución a los problemas de la democracia no está en suprimir libertades,  tampoco la solución a los problemas internos es suprimir de militancia a agrupaciones enteras". En todo caso habría que expedientar y expulsar a aquellos dirigentes y militantes que han hecho de algunas agrupaciones sus cortijos particulares, a la vez han viciado de forma intolerable la vida orgánica, muchas veces con la aquiescencia de los aparatos, el resto de militantes  no tienen ninguna culpa. Es posible que muchas cosas cambiarían si los militantes de los partidos hicieran como en la Comuna de París, apuntar los cañones  contra el comité central. Por lo tanto, la solución  a todos nuestros males  sigue estando en el propio sistema, la receta correcta ya existe y fue señalado por Alfred Emanuel Smith, cuando dijo que “todos los males de la democracia pueden curarse con más democracia”.

 En democracia los ciudadanos tienen derecho a muchas cosas que   los  políticos arrogantes una vez que consiguen el poder  les niegan. Tienen derecho a ser tenidos en cuenta y a ser considerados lo que  verdaderamente son, los verdaderos dueños de la soberanía popular. En el sistema actual se echa  en falta los mecanismos necesarios para que nuestra democracia funcione, pero la solución a esto está en el propio sistema. Exijamos más democracia, no veo otra manera de que logremos conquistar el futuro, como tampoco entiendo el miedo de los dirigentes a que la democracia interna funcione, quizá sea, que en realidad son menos demócratas de lo que dicen ser. Un demócrata  no debe tener miedo a ninguna medida o idea que trate de profundizar y  conseguir un mayor grado de democracia. El miedo se le debe tener al involucionismo.



















































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